La eutanasia empieza hoy 21 de
febrero de 2020 a abrirse camino en Portugal con la aprobación en el Parlamento
de cinco proyectos de ley sobre la despenalización de la "muerte
asistida", un asunto que divide a la sociedad y cuyos detractores piden
que se dirima en un gran referendo nacional.
El hemiciclo, que vetó otras
propuestas para despenalizar la eutanasia en 2018, dio hoy luz verde al
quinteto de nuevas iniciativas, presentadas por el gobernante Partido
Socialista, el marxista Bloco de Esquerda, la fuerza animalista PAN y la
ecologista PEV, además de Iniciativa Liberal.
Los textos pasarán ahora a las
comisiones competentes, donde serán estudiados en profundidad y eventualmente
modificados, antes de volver al pleno para una segunda y definitiva votación
que carece de fecha, pero que se prevé para dentro de varias semanas.
En su origen, las cinco
propuestas son muy similares: el solicitante deberá ser mayor de edad, sin
problemas mentales, y estar en situación de sufrimiento "duradero e
insoportable" con enfermedad o lesión incurable y fatal.
Además, habrá de confirmar
varias veces su voluntad, pasando por un comité de expertos, y los médicos y
enfermeros podrán argumentar objeción de conciencia para no aplicarla e
inmediatamente remitir al paciente a profesionales que sí lleven a cabo esta
práctica.
Se pretende así acabar con las
actuales penas de entre uno y ocho años de cárcel que se aplican en Portugal a
quienes ayuden a una persona a morir, dependiendo de cómo se tipifique:
homicidio privilegiado, homicidio a petición de la víctima o crimen de
incitación o auxilio al suicidio.
La votación de hoy, una de las
más esperadas de la legislatura que arrancó a finales de octubre, ha estado
precedida de una enorme tensión por la división que la eutanasia genera en la
sociedad portuguesa.
Según un estudio del Instituto
de Ciencias Sociales del Instituto Universitario de Lisboa divulgado hoy, un 43
% está a favor de la legalización de la eutanasia, frente a un 28 % que se
opone y un 22 % que no tiene una opinión consolidada al respecto.
En este contexto, medio millar
de personas se manifestaron esta mañana a las puertas del Parlamento en Lisboa
para exigir un referendo sobre la "muerte asistida", argumento usado
por los opositores a la medida tras constatar que había en el hemiciclo una
mayoría favorable al cambio.
Entre pancartas con frases
como "Con la eutanasia no es una persona quien muere, sino toda la
sociedad", y cánticos de "Toda vida tiene dignidad", los
asistentes, en su mayoría jóvenes, mostraron su desacuerdo y sacaron tarjetas
rojas ante el edificio.
"Venimos a mostrar una tarjeta
roja a este Parlamento que está votando una ley, proyectos de eutanasia,
después de que en las elecciones de octubre no fue un tema, no se habló de
eutanasia, no estaba en los programas electorales", dijo António Saldanha,
de 19 años, que considera la votación ilegítima.
Una opinión compartida por
Fátima Vilaça, de 55 años, que cuestiona la finalidad de la despenalización.
"A los portugueses nos
gusta la familia, nos importan los nuestros, los vecinos, los amigos, y estamos
queriendo vender una ley de la eutanasia con una capa de compasión, pero la
eutanasia no tiene nada de compasión porque el día en que matemos por
compasión, estamos matando la compasión", aseguró.
Son argumentos que se
repitieron en el debate en el hemiciclo, a pesar de las reiteradas
intervenciones de partidos a favor, que esgrimieron que la eutanasia es una
medida voluntaria y que "amplía libertades", según el líder del
animalista PAN, André Silva.
"El miedo no nos puede
talar la valentía e impedirnos avanzar en el dominio de la consagración de
derechos", afirmó ante una cámara revolucionada con la intervención del
ultraderechista André Ventura, del partido Chega, quien citó a Adolf Hitler.
La eutanasia "tuvo como
su gran impulsor a Adolf Hitler, quien firmó en 1939 un decreto que despenalizó
la eutanasia en Alemania", según Ventura, lo que generó murmullos entre
los diputados y el gallinero, abarrotado por decenas de ciudadanos.
Especialmente llamativa fue la
posición del Partido Comunista Portugués, que votó en contra porque "un
país no puede crear instrumentos legales para ayudar a morir cuando no
garantiza medios para ayudar a vivir", argumento que se ganó el aplauso
cerrado de la bancada del democristiano CDS.
Apenas una prueba de que las
sorpresas se sucedían hasta culminar en el líder del conservador PSD (principal
partido de la oposición), el siempre moderado Rui Rio, quien hoy se desmarcó y
aprovechó la libertad de voto de la formación para apoyar la despenalización de
la eutanasia.
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