miércoles, 19 de febrero de 2020

LA ÉTICA MÉDICA EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. EL ÚLTIMO CASO DE INVESTIGACIÓN CONTRARIA A LA ÉTICA.



La tentación de jugar a ser dios a costa de vidas humanas: urge actualizar la ley.

El avance de la ciencia tiene un límite. La ética dibuja la línea roja que no se debe traspasar, la historia enseña que muchas investigaciones ‘macabras’ se han cobrado vidas. La normativa que afecta a la investigación con humanos es de 2007, los expertos aconsejan adecuarla.

La normativa que afecta a la investigación con humanos es de 2007, los expertos aconsejan adecuarla. / CDC / Unsplash

Hace pocos días descubríamos que el investigador He Jiankui y dos miembros de su equipo irán a la cárcel. Han sido condenados a tres años de cárcel por manipular genéticamente a tres bebés, algo que hacían de forma pionera y sin la aprobación de las autoridades pertinentes. El equipo editó los embriones con la técnica CRISPR-Cas9, una especie de ‘tijeras’ moleculares. En este caso concreto, los investigadores querían hacerlas resistentes al virus del VIH.

Aunque lo anunciaron a bombo y platillo, lo que no dijeron es que carecían del permiso de las autoridades para realizar esos experimentos. Ni siquiera intentaron conseguirlos, porque lo normal es que no lo hubiesen conseguido, así que decidieron falsificar los papeles. Lo que ahora se ha descubierto es que esta intervención ha producido mutaciones indeseadas en los genomas de los bebés, por lo que tendrán que ser controlados toda su vida por un equipo de médicos.

Es lo que pasa cuando médicos y científicos juegan a ser dioses. El avance científico y tecnológico no se puede hacer obviando la salud de las personas. Pero el tema de estos bebés no es un caso aislado, nunca lo es.

Límites de la innovación.

Los miembros de los comités de ética de las instituciones son los responsables de analizar y aprobar o prohibir los estudios que los investigadores y médicos quieren realizar en humanos o en animales. "Éste y otros investigadores se han saltado todas las normas. El equipo chino cruzó muchas líneas rojas. Cometió un delito. La ambición tomó las decisiones, ese experimento nunca debería haberse realizado. Desde los organismos de los que forma parte este investigador, los expertos aconsejan a los países y a sus instituciones que actualicen sus normativas y sus códigos éticos para proteger a los pacientes", señala Luis Montoliu, investigador del CSIC y miembro de su Comité de Ética, quien forma parte además del panel de Ética del Consejo Europeo de Investigación.

"Necesitamos adecuar la legislación, porque la ley que afecta a estos casos es de 2007. Desde entonces se ha innovado mucho y se han desarrollado muchos procedimientos nuevos que afectan a la investigación en seres humanos, como la investigación con las células somáticas, que se pueden reprogramar para convertirlas en cualquier tipo de célula", apunta el investigador.

«El equipo chino cruzó muchas líneas. Cometió un delito», afirma Montoliu (CSIC)

Aunque el Juramento Hipocrático se escribió en el siglo V a.C., y ya recogía la forma en la que los médicos debían tratar a los pacientes, hubo que esperar al siglo XX para que los reguladores se diesen cuenta de que había que ir más allá. Ya no era un tema exclusivo de la práctica médica, sino de cómo se usaba seres humanos para el avance de la investigación, para conseguir innovaciones en ciencia.

El código de ética médica de Nuremberg, que recoge una serie de principios que regulan la investigación en seres humanos, tiene un origen oscuro. El documento se publicó en 1947 tras los juicios a la jerarquía nazi durante la Segunda Guerra mundial. En ellos, algunos genocidas fueron juzgados por las atrocidades que hicieron a los prisioneros en los campos de concentración, convertidos en muchos casos en auténticas cobayas humanas.

"La bioética, y la preocupación por regular estos temas, surgió tras estos juicios. El juramento hipocrático ya no era suficiente, había que profundizar en estos temas", concluye Montoliu.

Aunque hoy en día se siguen incumpliendo las normas, lo normal es que la ciencia y la investigación sigan unos protocolos estrictos para evitar que una persona sufra cuando se convierte en el sujeto del experimento. En la actualidad, además, y aunque parezca ridículo tener que destacarlo, la persona se debe someter a ellos de forma voluntaria. Pero esto, tristemente, no siempre ha sido así.

Las guerras provocan genocidios y ocultan relatos difíciles de digerir. Desde Estados Unidos a Japón, pasando por Guatemala o Suecia, gobiernos y grupos en el poder han usado a prisioneros o a poblaciones marginadas para los experimentos más horrendos en pro del avance de la ciencia.

El Código de Nuremberg planteaba 10 puntos que protegían a las personas de prácticas científicas inadecuadas. Entre ellos, se señala que la persona debe someterse voluntariamente a esas pruebas y que puede revocar su consentimiento en cualquier momento. Asimismo, el médico se compromete a evitar cualquier tipo de sufrimiento físico o mental al paciente. Y, aunque parezca obvio, también incluye que no debe realizarse ninguna investigación si se cree que puede ocasionar la muerte o provocar una incapacidad al sujeto que participa en el estudio.

Cuesta pensar que vivimos en un mundo en el que es necesario dejar por escrito que no se debe torturar a otro ser humano. También cuesta asumir que estas normas se siguen incumpliendo.

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